lunes, diciembre 27, 2004

Apenas ha nevado

Lleva bastantes años sin nevar a gusto en Madrid. El año pasado la nieve cubrió la sierra. Todo el invierno hubo un montón de nieve, pero en la capital nada de nada. Y ayer, el temporal solo dejo unos cuantos copos y mucho frío, eso sí.
Me encanta la nieve, quizá por lo atípico que es ver todo el barrio blanco, por el espíritu infantil que nos invade y que nos hace volver a aquellos tiempos en los que salíamos del colegio y nos enzarzábamos en interminables guerras de bolas de nieve, que terminaban cuando, agotados, empapados y sudando, teníamos que volver a casa.
Nuestros abuelos siempre han dicho lo mismo, que antes nevaba más, varias veces durante el invierno, y que cuajaba. Y son en éstos detalles en los que se nota el cambio climático, lento pero imparable. Quizá algún día solo podamos esquiar en el Xanadú, quizá algún día, dentro de muchos años, vuelva a nevar y pueda comentar a mis nietos que cuando yo era pequeño si que nevaba en Madrid.

martes, diciembre 21, 2004

Acabando el año

Se acaba el 2004, otro año más. Cuando me quiera dar cuenta estaré escribiendo contando que voy a ver algún evento olímpico a la Peineta, en el 2012.
Parecía que en cuánto acabase el curso me iban a mandar a proyecto, o que me iban a mandar a ese otro proyecto urgente que acababa el 23. Se cuando me mandarán, en cuanto me ponga a hacer algo de provecho, como mi nueva web, que lleva meses esperando. O terminar la web del equipo.
Que de proyectos tengo como los que se hacen para el nuevo año. Yo los he adelantado, porque el 6 de noviembre me parece tan buena fecha como el 1 de Enero, es un día más. Y no están los días como para dejarlos pasar.
Yo ya he dejado de beber, he vuelto a coger un libro y tengo que volver a coger las pesas.
Muchas cosas que hacer con un tiempo que quiero aprovechar para estar todo lo posible con Laura. Habrá que organizarse bien.
Llegan la Nochebuena y la Navidad, fiestas cristianas y la Nochevieja y Año Nuevo, fiestas paganas y ninguna de las cuatro me llama especialmente. Cada año me dan más asco las aglomeraciones, el consumismo y sentir que he perdido el espirítu de magia e ilusión que tenía cuando era pequeño. Quizá porque en mi familia no quedan niños.
Por no tener, no tengo ni vacaciones.
Tampoco pido nada al 2005. Soy tan feliz hoy que pienso que todos los cambios van a ser a peor. Sólo quiero que todo siga como hasta ahora, que mis amigos y mi familia sean felices.
No está en mi mano la paz, ni lograr que no haya hambre en el mundo y además me parecen dos cosas imposibles, así que paso de topicazos y solo pido (no se a quién) egoistamente por los míos.

Para el 2005, menos talante y más realismo.

martes, diciembre 14, 2004

Un año más

Anoche me fuí a dormir con 16, acababa de venir de pasar la tarde en la Remonta, sentado en los bancos del parque hablando con Tomás, viendo pasar a las chicas. O había estado jugando al fútbol con César Yanini, aquel que me llamaba Tasca. Anoche me acosté pensando que hoy tendría que ir al instituto y ésta mañana me he despertado con algunos años más, sin mis gafas de pasta y sin mochila.
Así de rápido pasan los años, tan rápido que a veces pienso que no he tenido tiempo de asimilarlo, que sigo viviendo en los 90. Parece que no ha pasado nada y que todo sigue como lo dejé: mi barrio, mis amigos, Pinilla. Pero ahora trabajo, tengo coche, hice la mili, estuve 4 años con novia y llevo 5 meses con novia. Estos días estoy especialmente nostálgico, pero es que cada cumpleaños te recuerda lo rápido que pasa el tiempo y lo poco que lo aprovechamos a veces.

HOY CUMPLO AÑOS.

... y mi cabeza sigue sentada en un banco con los amigos y jugando al fútbol.

jueves, diciembre 09, 2004

Regreso al paraíso

Mayo de 2001:
Sitar, Eddie, Paco, Tomás y yo vamos al apartamento que el pesetas tiene en Oliva, un pueblo valenciano cercano a Gandía. Decidimos que uno de los días bajaríamos a Benidorm, que para mí, solo era la playa atestada por excelencia.
Y por fin llegó aquella tarde, salimos del peaje de la A-7 y avanzamos por una avenida perpendicular al mar, entre torres, escuchando "Played a live" de Safri Duo (la famosa canción de los tambores), con las ventanillas bajadas, disfrutando del aire cálido, boquiabiertos ante tanta guiri en bikini.
Sonrisa de oreja a oreja en el paseo marítimo minutos despues, comiendo en el Burger King a las cinco de la tarde. Por delante de nosotros desfilaban chicas con poca ropa, como adelantándose al verano en aquel oasis. Quizá fuera por estar los cinco juntos, porque en mayo se despiertan las hormonas, por la sensación de libertad que sólo se tiene a los 21 años o porque bajo las torres de apartamentos todo parecía especial, pero allí nos quedamos embobados cerca de dos horas.
Cuántas cosas han pasado en mi vida desde entonces con Benidorm como escenario...


Diciembre de 2004:
Creíamos que no iban a dejar a Lau, que las negociaciones iban a ser más difíciles, pero no fue así.
El sábado por la mañana llegamos de nuevo al corazón de la Costa Blanca, para pasar cinco días juntos, puede que los cinco días más cortos que haya vivido. ¿Que qué hemos hecho? Pues comer fritanga, ver la tele, jugar a las cartas, dormir, pasear por Benidorm y volver a hacer adecuado mi apodo de tronchasomieres (que poco aguante tienen las láminas de madera)

Benidorm se ha convertido en un paraíso para mí, un sitio cargado de recuerdos y experiencias inolvidables que van creciendo con cada visita. Benidorm es mucho más que playa y discotecas, es un cacharro de Absolut con Red Bull, la piscina de un camping, el mini-golf, aquella mujer que se alejó y aquella que se acerca, patinar por el Paseo Marítimo, cenar en el Recorte ...

Tranquiliza saber que mientras todo cambia, hay algo que permanece tan vivo como inalterable a orillas del mediterráneo.