miércoles, enero 28, 2009

El precipicio

Ya no recordaba si ella resbaló hacia el precipicio mientras caminaba con él o ya la encontró agarrada a la roca. Solo recordaba que cogió su mano, que ella le miró agradecida, como si ya no esperase aquella ayuda, como si no la mereciese.
La sujetaba tan fuerte como podía, dándola palabras de ánimo, intentando sacarla de aquel infierno al que parecía abocada. Ella, apática, apenas hacía algún esfuerzo para trepar, para aferrarse a su brazo. Aún así la prometió que no la soltaría, al tiempo que ella le decía que era inútil, que no serviría de nada.

Los dos estaban atados a aquel destino. Él valoraba tanto la vida que la asía sin apenas reparar en que sus fuerzas iban flaqueando a cada momento. Ella simplemente esperaba su final, convencida de que nunca podría salir de allí.
Él cada vez se acercaba más al precipicio, a medida que sus músculos se agarrotaban y llegaban al límite de su resistencia. La quería. No podía dejarla caer.
Ella también le quería. Confiaba en que la soltara, que se largase de allí, que siguiese su vida. Pero cada vez los dos estaban más sobre el precipicio que sobre la roca.
Nadie parecía dispuesto a aparecer por aquel paraje.




Él estaba decidido a no soltarla, y su peso seguía arrastrándoles poco a poco hacia el precipicio. Descubrió que ya era tarde, que sólo si ella hacía el esfuerzo podría salvar a los dos.

Continuó cogido de su mano mientras el sudor y las lágrimas resbalaban por su cara, mientras recordaba los días en los que ambos paseaban sobre verdes praderas.

miércoles, enero 14, 2009

Me cuidas y me abandono

La sombra de los 30 es cada vez más alargada. Es la siguiente crisis despues de la del abono rojo (junio del año en que cumples 21 años) y la del carnet <26
No he perdido las ganas de hacer deporte. Intento salir a correr de vez en cuando y llevo un par de meses intentando ir al nuevo polideportivo de mi barrio. Pero cada vez es más difícil. Es como si a medida que avanza la vida el tiempo pasase más rápido.
No duraba lo mismo un mes con 15 años que con 29. Además 29 es un número incompleto, vacío.
No me gusta mi edad. Y a tí tampoco te gustará cuando llegues (creo que todos mis lectores son menores que yo)

Es por eso que la dieta alta en calorías que me mantenía en mis 73Kgs empieza a acumularse en mi barriga como un despertador que cada día me recuerda que tengo que empezar a cuidarme, a dejar de comer una tableta de chocolate antes de las comidas. Y, sobre todo, que ha llegado el momento de acompañar al cerebro en la tarea de quemar azúcares.

Enero es un buen mes para apuntarse a un gimnasio. Yo ya lo hice en noviembre. Quizá enero sea un buen mes para empezar a ir. Es cuestión de organizarme, de coger el hábito, de compaginarlo con mi agenda, apretada como mi pantalón.

No se cuánto peso ahora mismo, pero no es eso lo que me preocupa, sino la distribución de ese peso.

A Dios pongo por testigo que este verano volveré a estar en forma. Hay que recibir el mazazo de los 30 con elegancia, sin esas ojeras que empiezan a dibujarse en mi abotargada cara.

Eso si, siempre podré decir que mi barriga no es, ni será nunca, cervecera.
Mi barriga será de Absolut y, hace ya tiempo, de ricos cocktails de frutas.

Mañana le quito el polvo al Wii Fit