lunes, febrero 15, 2010

Nieve de febrero

Aunque pueda parecer que este invierno se hace largo no lo es, como no lo es la vida.
Puede parecernos largo un día, de esos tediosos entre semana. Y fugaces los sábados, entre risas, viendo una película o durmiendo la siesta. Pero todos tienen las mismas horas. La diferencia esta en cómo las aprovechamos.

Hoy ha vuelto a nevar. Veo en las caras de la gente tedio y fastidio, planes truncados. Y pienso que eran las mismas personas que se emocionaban con la primera nevada que cubría todo, los que se lanzaban bolas de nieve y construían muñecos con nariz de zanahoria.

Nos invade el pesimismo. Todo nos molesta. Y hemos dejado de soñar, de ser niños.

Recuerda, por un momento, tu cara pegada en el cristal, observando la calle cubierta de un manto blanco. Deseando salir para pisarla (y escuchar ese sonido como si mordieras una manzana). Recuerda esas manos rojas de frío.

Quizá deberíamos bajar de este aburrido vagón de adultos, en el peor sentido de la palabra. Sacar nuestros juguetes de nuevo, disfrazarnos, volver a esa casa abandonada, jugar y reir hasta que se haga de noche. Y volver a casa con las manos y la cara manchadas de barro.

Voy a comprarme bloques de construir.
Voy a comprarme una cometa y a pasar los fines de semana en aquel mundo que abandonamos hace años.

Y no tendré tanta prisa por que febrero acabe y la primavera nos alcance a miles de kilómetros, haciendo castillos de arena.