No es lo mismo que te empujen del avión a que tu quieras tirarte,pero siempre queda el miedo a que no se abra el paracaídas.
Pero además seria tener suerte poder saltar del avión antes de que pierda altura y se estrelle.
Y con la mochila del botín,como en las pelis.
Siempre quise ser James Bond,tenia escrito el guion,pero me faltaron huevos.
Lee como pasan mis días: rápidos como el viento, cortos como el verano y tranquilos como el agua de un lago.
miércoles, abril 28, 2010
lunes, abril 26, 2010
Otro atardecer en el Atlántico
Templada entre las nubes, otra tarde apacible
con la brisa que amaina, con vespertinos silbidos de humedad,
de graznidos de gaviotas sobre las rocas
que se pintan de espuma durante un instante
y despues se limpian, preparándose para la siguiente ola.
Otro día que se escapa,
y que no quedará en mi memoria porque se fundirá con cientos de atardeceres similares
porque una vez enterrado el sol, todo su recorrido perderá sentido
conscientes como somos de que, en unas horas, volverá a asomar de nuevo por el horizonte.
Pero esta tarde pienso.
¿Qué horrible dolor guardan los que saben que no volverán a ver la luz del día?
Y despues...
¿No es peor ignorar cual será el último atardecer?
Es la única concesión que la muerte le ofrece a la vida,
la del padre que deja jugar a su hijo sin decirle cuánto queda para marcharse.
con la brisa que amaina, con vespertinos silbidos de humedad,
de graznidos de gaviotas sobre las rocas
que se pintan de espuma durante un instante
y despues se limpian, preparándose para la siguiente ola.
Otro día que se escapa,
y que no quedará en mi memoria porque se fundirá con cientos de atardeceres similares
porque una vez enterrado el sol, todo su recorrido perderá sentido
conscientes como somos de que, en unas horas, volverá a asomar de nuevo por el horizonte.
Pero esta tarde pienso.
¿Qué horrible dolor guardan los que saben que no volverán a ver la luz del día?
Y despues...
¿No es peor ignorar cual será el último atardecer?
Es la única concesión que la muerte le ofrece a la vida,
la del padre que deja jugar a su hijo sin decirle cuánto queda para marcharse.
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