jueves, diciembre 12, 2013

Serendipia


Yo la miraba con la ternura de otras tantas veces, mientras ella resoplaba y fruncía el ceño con cuidado de no arrugarse mucho la frente.
Estoy mal - me decía.
Y también me decía, una y otra vez como un mantra, que se puso el traje gris de la tristeza por no querer creer ninguna mentira.
Nada en qué creer, ni en religiones, ni en idologías, ni en la especie humana. Ni siquiera en ella misma, a la que se pone el listón tan alto que es imposible no caer en la desesperanza.
Nada en que creer, cómo la canción de Lennon.

Y yo recetando la paciencia que sólo dan los años. Espera, sigue sufriendo, que todo llegará.
Que no sabemos que nos espera y quizá eso sea hasta bueno.
Mientras tanto, sigue creciendo por dentro y no te rindas nunca, pequeña mía.
Que no podré evitar que caigas, pero estaré ahí para ayudar a ponerte en pie de nuevo y seguir adelante.
Como lo has hecho tú, a mi lado mientras caminaba renqueante. Ese soporte invisible que consigue que mantenga mi apariencia de persona fuerte.

Recuerda que la vida de la que reniegas es la misma que nos juntó en una pirueta casual.
Porque conocerte fue mi serendipia favorita.