martes, marzo 29, 2022

Adopta a un triste

En las últimas décadas nos hemos encontrado con una corriente positivista que intenta evitar la amargura de sufrir por todo y convencernos de tomarnos la vida de otra manera.


No entraré mucho en valorar las intenciones de cada orador. 

A veces sólo se trata de ayudar, de dar herramientas a las personas para saber manejar las situaciones negativas

Otras veces percibo un interés sociopolítico muy propio del Mundo Feliz de Aldous Huxley. La gente feliz se queja menos, produce más y también gasta más. 


Entiendo que ayuda a mucha gente el pensar que esto se puede cambiar, pero a veces requiere demasiado esfuerzo. Y quizá genere más tristeza el luchar por ser alguien que no eres.


En mi opinión creo que el ser una persona alegre o triste es un rasgo más, como la tendencia a engordar o a ser delgado, que ya empieza a ser aceptada en nuestra sociedad. 

Si tiendes a ser alegre, tratarás de serlo hasta en los peores momentos. 

Si tiendes a la tristeza, no disfrutarás ni de los mejores.


Las charlas motivadoras ayudan a la gente alegre a recuperar su estado natural, pero pueden ser contraproducentes para las personas tristes, alejándolas más de un mundo que también es suyo.


No hablo hoy de la depresión, una enfermedad de la que te puedes recuperar, sino de la tendencia a ver la vida más como un castigo que como un regalo. 

Si normalizasemos la personalidad negativa nos sería mucho más fácil tratar de encontrar el origen, fisiológico o aprendido para poder cambiarlo desde la raíz.

Seguramente ser una persona pesimista provoque muchas enfermedades. También seguramente prevenga muchas otras. Pero, en cualquier caso, alguien triste no disfruta de su condición.


Deberíamos comenzar a aceptar y a querer a la gente triste, en lugar de considerarlos tóxicos por su negatividad. Es en verdad una tarea agotadora, que pone a prueba nuestra fortaleza mental, ya que tienden a llevarnos a su terreno como nosotros intentamos llevarlos al nuestro.

Ayudarles a llevar su carga me parece mucho más útil que tratar de convencerles de que no hay ninguna carga.


Pactemos un término medio. Porque la vida no sea tan maravillosa como yo la veo, pero tampoco tan horrible como tú la ves.


Adoptemos a la gente triste. Quizá sea la que, por experiencia, más nos pueda ayudar cuando peor nos encontremos.