jueves, diciembre 20, 2012

Fin del decimotercer baktún



El Calendario Maya está formado por varias unidades, al igual que nuestros días, semanas o años, sus días se llaman kin. Sus meses duran 20 días y se llaman uinal. Sus años, llamados tun, los forman 18 uinal, es decir, 360 días.
Más allá de esto, cuando nosotros empezamos a utilizar décadas, siglos y milenios, ellos utilizaban una escala de 20, de manera que 20 tún corresponden a un katún y 20 katún a un baktún.

Por lo tanto, un baktún son 144.000 días, unos 394 años.

¿Hay unidades superiores?
Si, los mayas hablaban también del pictún, el kalabtún, el kinchiltún y el alautún.
El problema que tenemos es que no sabemo si el pictún lo forman 13 baktún (en cuyo caso empezaríamos una nueva era o 20, siguiendo la ordenación anterior.

¿Por qué acaba el mundo tras el 13 baktún?
Según los Quiché, una etnia maya, los dioses crearon 3 mundos antes que el nuestro. Y cada uno duró exactamente 13 baktún antes de ser destruído y creado de nuevo.

Sea como fuere, en ningún momento los mayas marcaron esta fecha como el fin del mundo. Hay inscripciones que hablan de fechas posteriores y el fin de los baktún aparece más como una celebración que como un apocalipsis.

Así que mañana, a las 12:12 de la mañana, cuando entremos en el invierno, celebraremos el inicio de un nuevo baktún.

martes, diciembre 11, 2012

Paz

A veces me sorprendo de la paz que irradias. 
Como si las turbulencias de tu interior se diluyeran en tu piel no dejando escapar nada.
Me encanta verte dormir casi tanto como hacerlo a tu lado. 
Entrar en la habitación, taparte y escuchar como me ronroneas. 
Besarte y decirte otra vez más eso que ya sabes de sobra: que te quiero.
Y llenarme de tu paz como lleno mis pulmones de aire fresco en la montaña.

Me hincho de paz cuando te abrazo, cuando damos hierba a los caballos, cuando te paras a mirar a las gallinas, los gatos, las mariposas.
Todo se para. Todo está quieto y nada molesta. Nada sobra. Nada puede romper esa quietud.
Ni las tormentas de tu cabeza, ni las miserias que nos rodean.

viernes, diciembre 07, 2012

Aquel bar noruego

Siempre me he identificado más con la forma de disfrutar las vacaciones del turista extranjero que del nacional. Esa forma de divertirse, esa cultura tan británica de pub, risas, conversaciones y llegar dando tumbos a la cama. Desconectar del día a día.
Quizá por eso mis dos destinos favoritos sean Playa del Inglés y Benidorm, ambos paraísos para el guiri, ambos impregnados por esa decadencia de la melancolía de años mejores.
Viajo a Canarias un par de veces al año, siempre cuando el frío empieza a notarse en Madrid.
Acumulo costumbres que se han convertido en tradiciones, como alojarse en los destartalados Apartamentos Koka, caminar por el Paseo Costa Canaria o por la playa hasta el Faro de Maspalomas. Y bajar al Hurtigruta.
Nuestro bar favorito se sitúa en el Centro Comercial Metro, un proyecto mal planteado del que sólo sobreviven los locales que son visibles desde la calle. El resto son bares de alcohol barato para jóvenes canarios y algún club de alterne para desvalijar turistas.
Allí, entre tanta chatarra, se encuentra nuestro rincón favorito de Playa del Inglés: el Hurtigruta Bar. Bautizado como el famoso crucero noruego que recorre toda la costa y capitaneado por el carismático Manolo, es un oasis de tranquilidad y buen trato entre tanto relaciones públicas ansioso de sentarte en una mesa e hincharte a garrafón.
Manolo es un catedrático del trato al cliente, al turista, un representante de la vieja escuela Canaria que tan bien sabe mezclar atención, respeto y cariño. Y es que a veces parece increíble su capacidad para controlarlo todo: que la copa no se quede vacía, arrancar una sonrisa al cliente, brindar con aquellos, dar las buenas noches a estos... y lidiar con el día a día de un negocio que quizá empieza a dar más problemas que alegrías.
A su lado tiene a Blas, un currante con mucho camino por recorrer, pero también con muchas ganas. Buena gente con un gran corazón.
Y por último, Emma, una camarera incansable, fichaje de un karaoke irlandés cercano.
Ese es el dream-team que atiende cada noche en el Hurtigruta, el estrecho y cálido local en el que cada espacio se aprovecha, en el que cada centímetro de pared y de techo tiene un objeto que cuenta una historia. 
Un lugar encantador en el que, entre bufandas y fotos, puedes elegir discutir sobre cómo arreglar el mundo o aislarte de él.
Quizá si hubiese sido aquel marino que alguna vez soñé, visitante de cien puertos y curtido en otros tantos temporales, buscaría una taberna como el Hurtigruta para narrar mis experiencias.

Otro Grey Goose, Manolo. Con Red Bull, que aún no pienso en irme a dormir.


lunes, noviembre 05, 2012

Las monedas inútiles

Todos nos hemos preguntado alguna vez para qué existen las monedas de 1 y 2 céntimos. Nos entra rabia cuando nos las dan de cambio porque solo sirven para llenar la cartera de chatarra.
Finlandia y Países Bajos decidieron dejar de fabricarlas y usar el redondeo sueco, que consiste en redondear el total de la suma de los productos (cuyo precio sigue apareciendo en céntimos).
Si termina en 1, 2, 6 o 7 se redondea hacia abajo.
Si termina en 3, 4, 8 o 9 se redondea hacia arriba.

Según el Banco Central Europeo en septiembre de 2012 había en circulación 25.786.624 monedas de 1 céntimo y 20.337.145 mónedas de 2 céntimos
El coste de fabricación de una moneda de 1 céntimo es de 1,81 céntimos y el de una moneda de 2 céntimos,exactamente 2 céntimos.

Por tanto, si dejásemos de utilizar y fabricar estas monedas ahorraríamos en toda la eurozona 87 millones de euros.

viernes, septiembre 28, 2012

Hecatombe y victoria pírrica

A menudo escuchamos en los medios clichés periodísticos, frases que se repiten hasta la saciedad perdiendo incluso su sentido original.
Es el caso de denominar hecatombe a una gran catástrofe. La palabra hecatombe viene del griego y significa "cien bueyes". La catástrofe en cuestión viene de que estos cien bueyes se sacrificaban para los dioses. Podéis imaginar la matanza y las pérdidas económicas derivadas.



Otra frase hecha que podemos encontrar mucho, sobre todo en el periodismo deportivo, es "victoria pírrica". Pirro era el rey griego de Épiro que trató de invadir el sur de Italia en el 280 a.c. Aunque en un principio ganó batallas contra los romanos, la gran pérdida de hombres hizo estas victorias claramente desfavorables para los griegos. 
Cuentan que el propio Pirro llegó a decir "Otra victoria como esta y volveré solo a casa".
Por tanto, podemos decir que una victoria pírrica es aquella que se consigue con muchas bajas. En el terreno deportivo (futbolístico en la mayoría de los casos) se usa para describir una victoria por la mínima o con mucho sufrimiento final, aunque su uso correcto sería describiendo una victoria en un partido con varios lesionados o expulsados.


Pirro de Épiro

jueves, septiembre 20, 2012

Sticks and stones may break my bones

Me pareció curioso escuchar en la canción de Rihanna "S&M" y en la de David Guetta "Titanium" la misma frase así que, como siempre que me surge alguna duda, tiré de internet para enterarme de dónde venía esa curiosa coincidencia.

Hay un dicho inglés que reza: "Sticks and stones may break my bones, but words will never hurt me".
Sería nuestro equivalente a: "A palabras necias oídos sordos" o, más parecido pero menos conocido: "Palabras no rompen cabezas" 

Normalmente suele usarse sólo la primera frase, cómo en español, porque la segunda se sobreentiende.
Su significado es bastante obvio: las palabras no duelen fisicamente. Aunque es más un consejo que una ley, porque hay palabras que, según de quién vengan, pueden herir mucho.

Además, no son las únicas canciones que se refieren a dicha frase. También aparecen referencias en:
"Like It Or Not" Madonna
"Part Of Me" Katy Perry
"Pocketful Of Sunshine" Natasha Bedingfield
... y seguro que alguna más.





martes, septiembre 04, 2012

A la deriva

El poco futuro que podía imaginar, la cerilla que le quedaba, la prendió la crisis.
Ella, despechada de nuevo, sopló para apagarla y la tiró al suelo, sin esperar ni siquiera a que se consumiese.
Volvió a sentarse de nuevo en aquel velero. Las velas flameaban con la escasa brisa que soplaba. Nada se movía. Sólo el vaivén de las olas mecía el barco a la deriva. 
Mientras tanto el sol corría por el cielo, de este a oeste, Otro día. Y otro más.
Miró a una gaviota que se posaba en proa para descansar un momento. Sonrió. Al fin alguien venía a visitarla. Instantes después de pensar aquello, como si su mente hubiese disparado, la gaviota levantó el vuelo.
Bajó la cabeza y siguió pintándose las uñas de azul turquesa.
La miré, compasivo. Se había quedado dormida. Busqué una manta y la tapé. 
Me sonrió y siguió durmiendo.

Había conseguido un barco para navegar. Daba igual que no tuviese motor, ancla ni radio. Lo importante era navegar, aunque fuese sin rumbo, solo por el hecho de moverte sobre el agua, avistar los acantilados de la costa, contar los parpadeos de los faros o ver saltar a los delfines. Llegar a una cala y darme un baño. Siempre a la deriva.

- Tú tienes lo que querías - me decía - ¿Y yo? ¿Qué hago aquí?
- Buscar tu futuro
- ¿Qué futuro?
- Aún no lo sabemos.

De nuevo el sol se hundía en el mar reflejándose entre las olas como miles de espejos.
Aquel verano terminaba. Se notaba en la brisa, que ya no ardía como hace semanas.

Cuando despertó desembarcamos en una playa. Allí no había nadie.
Todos los turistas habían vuelto a la ciudad.
Yo caminaba arrastrando los pies, haciendo un surco de arena entre algas y medusas que se confundían con plásticos. Ella se pegó a mí y pasé mi brazo por encima de sus hombros.

De pronto, sonriendo, se agachó para intentar acariciar a un gato que había aparecido de repente. Él maulló, levanto la cabeza y, viendo que no había nada de comer, se marchó siguiendo mi surco.

Estaba amaneciendo de nuevo. 
- Un día menos - pensó ella mientras el puñado de arena que había recogido se escapaba de su mano.

 
Volvimos al barco y se echó a llorar.

viernes, agosto 31, 2012

Camino de Santiago: Etapa 8

Octava etapa: Ribadiso - Santiago de Compostela

Llega la última etapa, con esa mezcla de ansiedad y tristeza, después de haber disfrutado tanto del Camino.

Nos levantamos tarde, no hay ninguna prisa por recorrer los 40 kilómetros que nos separan de la catedral  de Santiago. Queremos aprovechar al máximo lo que nos queda, así que no nos salimos del camino. Se acabaron los días de volar por la carretera. Hoy vamos de paseo y el perfil, con ligera bajada, ayuda aún más. Vamos paralelos a la N-547 casi todo el rato. Atravesamos pronto Arzúa. 

Paramos a sellar en la oficina de turismo de O Pedrouzo y aprovechamos para reservar albergue. El Seminario Menor de la Asunción, no muy lejos del centro y se pueden dejar las bicis. Luego comprobaríamos que se trata de un sitio enorme y muy bien preparado para recibir a los peregrinos.

Los kilómetros pasan volando. El cielo está muy nublado y comienza a chispear cuando rodeamos Lavacolla, el aeropuerto de Santiago. Estamos a 10 kilómetros de meta.

A buen ritmo llegamos al Monte do Gozo en San Marcos. Parada para comer una palmera de chocolate y beber una cocacola. El kiosco que hay allí es un buen negocio y me asombra que los precios no sean caros, acostumbrado a que intenten hacer el agosto a nuestra costa.

Desde allí no vemos Santiago, pero sabemos que ya casi hemos llegado.
Entramos por San Lázaro, damos algún rodeo hasta llegar a la Plaza del Obradoiro pero por fin nos plantamos allí. Ocho días y más de 700km después de salir de casa estamos allí. Se acabó todo.



Aquello es emocionante. Da igual si eres creyente o no. Pasan por mi cabeza los campos de amapolas, los pinares castellanos, los hermosos pueblos bercianos, el infierno de O Cebreiro... ha sido una experiencia increíble.

Después de las fotos de rigor vamos al albergue. No para de llover y ya estamos bastante calados.


Nos instalamos, nos cambiamos de ropa y dejamos las bicis atadas en el albergue.
Después vamos a la Oficina del Peregrino a por nuestra Compostela. En mi caso la deportiva. 
Tendríamos que volver al día siguiente porque Julio se olvidó la credencial en el albergue.

Comemos en el Burger, paseamos por Santiago. Visitamos la catedral y abrazamos al Santo.

Emilio es agasajado por un tuno.

Echo de menos la bici. Y se que voy a echarla de menos mucho más cuando volvamos a Madrid.

Cenamos en un restaurante que tardamos un montón en encontrar. Volvemos al albergue y a dormir.
Mañana tenemos que madrugar para llevar las bicis. Llegan los caballos al Obradoiro, les acompañamos hasta San Lázaro y allí nos despedimos de nuestras compañeras de fatigas.


Gracias de nuevo a Anna por hacerlas llegar sanas y salavas.
Después a hacer tiempo hasta la hora de irse al aeropuerto para desandar, en poco más de media hora, el trayecto de la última semana.

Nos despedimos con la promesa de repetir al año que viene.

Esta vez desde Roncesvalles, todo el Camino Francés.


P.D: Actualizaré algún post para añadir más fotos.

Camino de Santiago: Etapa 7

Séptima etapa: Sarria - Ribadiso

Salimos tarde del albergue. Casi los últimos. La etapa comienza con una subida en los 5 primeros kilómetros, después llanura hasta que comenzamos a bajar hacia Portomarín, a orillas del Miño, en el kilómetro 20.


Paramos a comer el bocata allí, aprovechando el cachondeo de la webcam de la plaza. El ritmo hoy es mucho más tranquilo.
Subimos de nuevo hasta Castromayor y desde ahí comenzamos a descender entre bosques y prados, rodeados de verde, cruzando arroyos y charcos.



Hace buen día y toca disfrutar del paisaje y de pequeños pueblos como Venta del Narón, Ligonde o Lestedo.


Llegamos a Palas de Rei y hacemos una nueva parada junto a la iglesia. Plátano y Red Bull, gasolina para recorrer los 25km que quedan.
Rodeamos Carballal, atravesamos Camiño y Leboreiro para llegar a Melide. Son casi las 2 de la tarde, pero encontramos una panadería abierta, así que aprovechamos para comprar un trozo de empanada y una cocacola. Cómo nos cuidamos.
Ya no nos queda etapa, sólo atravesar más bosque y seguir disfrutando de la tarde como un paseo.
Al cruzar el Río Iso nos encontramos con un albergue precioso. Pensábamos llegar hasta Arzúa, pero preferimos quedarnos aquí, en Ribadiso.



El sitio es muy bonito, con los dormitorios repartidos en casas, así como los baños y las duchas. Se ha quedado buena tarde. Perreamos un poco hasta la hora de cenar.
El único restaurante cercano está al lado del albergue. Cenamos bien. Después a la cama.
Mañana termina todo.
Ver la última etapa

Camino de Santiago: Etapa 6

Sexta etapa: Ruitelán - Sarria

No son ni las 8. Llueve y hace frío. Salimos del albergue y sabemos que ahí delante está O Cebreiro con sus rampas del 16%
Intentamos calentar por San Julián, Las Herrerías y Hospital. De repente, antes de llegar a La Faba, una herradura a la derecha y empieza el baile. El cielo está oscuro y las gafas se me llenan de gotas, así que molestan más que ayudar. Me las guardo y cambio a plato pequeño. El viento comienza a soplarme agua en contra. Cuando la siguiente herradura gira a la izquierda ya tengo las zapatillas empapadas y el agua me chorrea por las sienes a pesar del casco. Los guantes también son una balleta. Noto que las alforjas se han mojado y pesan más. La pendiente no cesa. La lluvia tampoco. He entrado en calor pero sigo con las piernas frías. Intento recuperar algún piñón de vez en cuando, porque se que lo voy a necesitar más arriba.
Es la primera vez que subo y no se cuánto queda, cuándo acaba esto.
La pendiente se relaja un poco para atravesar La Laguna de Castilla. Dudo si esperar allí, ¿es el final del puerto? Un coche que sube por la carretera me saca de dudas. Queda otra rampa durísima. Por lo menos he recobrado el aliento y parece que llueve menos. O quizá ya estoy tan calado que no me entero.
Más ráfagas de viento mientras subo la última cuesta y llego al alto de O Cebreiro.

 Me meto en el pórtico de la iglesia de Santa María la Real, me quito el maillot empapado y me pongo el forro polar, también me quito los calcetines y me seco los pies con la toalla.

Se que luego tendré que volver a ponerme la ropa mojada, pero este ratito seco se agradece. Tampoco se cuánto tendré que esperar.
Al rato aparece Emilio y algo más tarde, Julio. Nos metemos en un bar donde trato de resucitar con chocolate caliente. Luego salimos a la calle y me vuelvo a poner el maillot. Parece que ha dejado de llover.
La ropa está mojada y congelada. Empiezo a tiritar. En el alto de San Roque aviso a los dos de que no voy a parar hasta Triacastela porque tengo mucho frío.
En la bajada apenas chispea. Incluso a veces aparece timidamente algún rayo de sol. Subo el Alto del Poio todo lo rápido que puedo, para entrar en calor. Y. entonces si, empiezan los más de 10 kilómetros de bajada. Chispea un poco, pero la velocidad y el viento están secando el maillot. Además, el descenso de altitud hace subir la temperatura.

Llego a Triacastela algo más templado. Aparece Julio, que teóricamente iba detrás de Emilio. Parece que este se ha desviado en algún sitio. Al fin llega y decidimos que es la hora del bocata, más merecido que nunca.
Compramos el pan en una panadería a la que se accede por un portal. Este si es pan de pueblo, de esos que aguantan varios días envueltos en un trapo húmedo. El pan está aún caliente cuando lo rellenamos con jamón. El sol sale para rematar la faena. Aprovecho para quitarme el maillot y ponerlo a secar.
















Tras esa reconfortante parada, el cielo se nubla de nuevo y de vez en cuando chispea. Seguirá así hasta que lleguemos a Sarria.

Salimos hacia Samos, con su precioso monasterio y después de 12 kilómetros de camino entre prados llegamos al final de esta etapa.






Decidimos dormir en el Albergue de la Xunta. Es algo pequeño y con las literas bastante juntas. Julio pregunta porque a los ciclistas siempre nos dan las de arriba.
- Porque estáis más en forma que la gente mayor que lo hace andando.

Si es por eso, no hay problema.
La zona turística se reduce a una sola calle.

Buscamos un restaurante para cenar chuletón, pero todavía está cerrado. Vamos a la cafetería Polo donde nos ponemos hasta arriba y nos sale muy barato. Se nota que ya estamos en Galicia.
Ver la siguiente etapa

Camino de Santiago: Etapa 5

Quinta etapa: Astorga - Ruitelán

Cada día salimos más tarde. El cielo amenaza lluvia y seguirá así casi todo el día. Tan sólo chispeó levemente, pero pudimos escapar de la nube.
Recorremos a buen ritmo, calentando piernas en una ligera subida, Murias de Rechivaldo, Santa Catalina de Somoza(donde paramos a desayunar) y El Ganso para llegar a Rabanal del Camino.

Allí comienza la subida fuerte hacia Foncebadón y La Cruz de Ferro. Yo me he quitado el chubasquero hace poco y no quiero quedarme frío, así que continúo mientras Emilio y Julio se quedan haciendo alguna foto.
A pesar de las alforjas la subida es cómoda, me siento con energía y no hace frío. Así que llego a la Cruz sin apenas tocar el plato pequeño.
Foncebadón parece un pueblo bonito, pero la carretera lo deja a su izquierda y las calles son parecen empedradas, así que decido continuar hacia arriba por asfalto.
Paro en la Cruz para esperar y hacernos fotos. Es increible la cantidad de piedras y recuerdos que la gente ha ido dejando allí, como un reguero de hormigas.
Dejamos la Cruz de Ferro para llegar a Manjarín, el extraño refugio Templario que es parada obligada. Una de las curiosidades del Camino.

Poco más adelante comienza la caída libre hacia Molinaseca, pasando como una exhalación por el precioso pueblo de El Acebo.


Prometo detenerme a fotografiarlo la próxima vez. A unos 50km/h constantes apenas puedo fijarme en Riego de Ambros.
Ya en Molinaseca paramos a reagruparnos para llegar juntos a Ponferrada.


Allí tenemos previsto comer.
En la oficina de turismo nos recomiendan rodear la ciudad para evitar las escaleras y nos informan de un atajo para salir de la ciudad y ahorrar algunos kilómetros. Y, de paso, nos recuerdan que el Bierzo es León, no Galicia. Faltaría más.

Comemos el habitual bocadillo en la plaza del ayuntamiento.Llevamos más de la mitad de la etapa y es bastante pronto.
Salimos disparados hacia Camponarraya, en línea recta y a buen ritmo.Allí volvemos al camino para cruzar la A-6 y llegar a Cacabelos. Tras parar a sellar en la ermita de San Roque, en Pieros, nos dirigimos (sin querer) a Valtuille de Arriba, pueblo que ha desviado el Camino de Santiago para que pase por sus calles, sabedor del impacto económico que representa.
Así llegamos a Villafranca del Bierzo, marquesado con un precioso conjunto monumental.

Afrontamos el tramo final de la etapa. Empieza a chispear de nuevo mientras serpenteamos bajo la A-6 y sobre el río Valcarce. Atravesamos Pereje y paro a quitarme el chubasquero. Emilio y Julio continúan. Tras avanzar por Trabadelo y La Portela de Valcarce me detengo. Es extraño no haberlos cogido aún.
Me lío con su situación, ya que el GPS los localiza a la izquierda, como si estuviesen al este, por detrás de mí. Los espero un rato hasta que me doy cuenta del error y paso volando por Ambasmestas y Vega de Valcarce para llegar a Ruitelán, fin de trayecto, dónde por fin les encuentro.
Hoy descansaremos en el Refugio Pequeño Potala, dónde ya habían estado Julio y Emilio el año pasado. Todo sigue igual excepto la hora de levantarse, adaptada al horario de verano.


El sitio es tranquilo, tras lavar y tender la ropa tomamos una cocacola y un helado en el único bar del pueblo. Volvemos a recoger todo porque empieza a chispear. Para hablar por teléfono apenas hay cobertura y hay que irse a hablar a la iglesia.
Cenamos muy bien, crema de verduras, ensalada (no para mí) y espaguetti carbonara.

El Ave María nos levanta a las 6 de la mañana. Llueve. Y llega la peor etapa del Camino.

Ver la siguiente etapa

jueves, agosto 30, 2012

Camino de Santiago: Etapa 4

Cuarta etapa: Sahagún - Astorga

Hoy cambiamos de rumbo, viramos hacia el oeste tras recorrer 300km hacia el noroeste.
Desayunamos en el albergue.

Las piernas se han recuperado bien. Ayer, a pesar de la etapa de más de 10 horas, tampoco fuimos demasiado rápido.
Para que no nos pase lo mismo y se alargue la cosa empezamos con ritmo. Aquí ya se nota la procesión de peregrinos. Como la carretera va pegada al Camino, preferimos avanzar por el asfalto.
Llegamos a El Burgo Ranero, pueblecito que pasaría desapercibido de no ser final de la etapa a pie desde Sahagún. Decidimos parar a desayunar en Mansilla de las Mulas, más grande.
Desayunamos bollo y compramos plátanos, costumbre que vamos arraigando como la de comer bocadillo (aunque en esta etapa la cambiamos por hamburguesa)
Seguimos a buen ritmo por la llanura leonesa, en ligero descenso hasta Puente Villarente.
Desde allí hasta Valdelafuente toca subir para descubrir León desde Puente Castro.
Su monumental catedral gobierna la ciudad.

Hacemos una parada en un Mercadona para comprar, sobre todo, barritas, geles y algún red bull. Algo de gasolina para el Camino, que hoy vamos algo más rápidos que ayer y se nota en el cansancio.
Después, buscamos un Burger King, a ser posible de estos con terraza. Encontramos uno en el Centro Comercial Espacio León. Comemos en un parque junto al río y tras dar alguna vuelta conseguimos salir de la ciudad.
Desde allí hasta Astorga mucha carretera. Pasamos Trobajo y La Virgen del Camino, Valverde de la Virgen y San Miguel del Camino. Ya sabéis lo originales que somos en España con los nombres de los pueblos.
Más carretera, la N-120 tiene un buen arcén y el Camino hace eses cruzándola varias veces.
Villandangos del Páramo y San Martín del Camino son los siguientes pueblos que atravesamos.
Crúzamos el Río Órbigo y Hospital. Las piernas se han acostumbrado a la carretera y cada vez vamos más rápido.

Una última subida hasta San Justo de La Vega para afrontar la llegada final a Astorga. Hoy si que llegamos pronto y vamos a aprovechar la tarde. Tenemos tiempo hasta de aburrirnos.

Elegimos el Albergue Municipal Siervas de María, regentado por unos hospitaleros japoneses. No son los únicos, el Camino está plagado de ellos, aunque menos que franceses o británicos. La media de edad de los peregrinos es de 50 años y hay muchas mujeres.


Decidimos cenar la pasta que compramos en Medina de Rioseco y que no pudimos cocinar en Sahagún porque la cocina apenas tenía un microondas. Medio kilo de macarrones se queda corto. La verdad es que comemos como pedaleamos...
Como hemos cenado pronto salimos a por el postre. Yo un helado. Emilio y Julio un bollo.

Después nos sentamos en la terraza cubierta del albergue hasta la hora de irse a la cama.

Mañana tenemos el primer puerto desde Navacerrada, la Cruz de Ferro (en Foncebadón). Lo afrontamos en buena forma y animados por el buen tiempo.


En esta etapa recibimos 16 motivaciones desde runtastic. ¡¡Es lo más parecido a ser famoso!! Gracias a todos los que seguísteis el Camino por runtastic o por facebook.
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