viernes, agosto 31, 2012

Camino de Santiago: Etapa 6

Sexta etapa: Ruitelán - Sarria

No son ni las 8. Llueve y hace frío. Salimos del albergue y sabemos que ahí delante está O Cebreiro con sus rampas del 16%
Intentamos calentar por San Julián, Las Herrerías y Hospital. De repente, antes de llegar a La Faba, una herradura a la derecha y empieza el baile. El cielo está oscuro y las gafas se me llenan de gotas, así que molestan más que ayudar. Me las guardo y cambio a plato pequeño. El viento comienza a soplarme agua en contra. Cuando la siguiente herradura gira a la izquierda ya tengo las zapatillas empapadas y el agua me chorrea por las sienes a pesar del casco. Los guantes también son una balleta. Noto que las alforjas se han mojado y pesan más. La pendiente no cesa. La lluvia tampoco. He entrado en calor pero sigo con las piernas frías. Intento recuperar algún piñón de vez en cuando, porque se que lo voy a necesitar más arriba.
Es la primera vez que subo y no se cuánto queda, cuándo acaba esto.
La pendiente se relaja un poco para atravesar La Laguna de Castilla. Dudo si esperar allí, ¿es el final del puerto? Un coche que sube por la carretera me saca de dudas. Queda otra rampa durísima. Por lo menos he recobrado el aliento y parece que llueve menos. O quizá ya estoy tan calado que no me entero.
Más ráfagas de viento mientras subo la última cuesta y llego al alto de O Cebreiro.

 Me meto en el pórtico de la iglesia de Santa María la Real, me quito el maillot empapado y me pongo el forro polar, también me quito los calcetines y me seco los pies con la toalla.

Se que luego tendré que volver a ponerme la ropa mojada, pero este ratito seco se agradece. Tampoco se cuánto tendré que esperar.
Al rato aparece Emilio y algo más tarde, Julio. Nos metemos en un bar donde trato de resucitar con chocolate caliente. Luego salimos a la calle y me vuelvo a poner el maillot. Parece que ha dejado de llover.
La ropa está mojada y congelada. Empiezo a tiritar. En el alto de San Roque aviso a los dos de que no voy a parar hasta Triacastela porque tengo mucho frío.
En la bajada apenas chispea. Incluso a veces aparece timidamente algún rayo de sol. Subo el Alto del Poio todo lo rápido que puedo, para entrar en calor. Y. entonces si, empiezan los más de 10 kilómetros de bajada. Chispea un poco, pero la velocidad y el viento están secando el maillot. Además, el descenso de altitud hace subir la temperatura.

Llego a Triacastela algo más templado. Aparece Julio, que teóricamente iba detrás de Emilio. Parece que este se ha desviado en algún sitio. Al fin llega y decidimos que es la hora del bocata, más merecido que nunca.
Compramos el pan en una panadería a la que se accede por un portal. Este si es pan de pueblo, de esos que aguantan varios días envueltos en un trapo húmedo. El pan está aún caliente cuando lo rellenamos con jamón. El sol sale para rematar la faena. Aprovecho para quitarme el maillot y ponerlo a secar.
















Tras esa reconfortante parada, el cielo se nubla de nuevo y de vez en cuando chispea. Seguirá así hasta que lleguemos a Sarria.

Salimos hacia Samos, con su precioso monasterio y después de 12 kilómetros de camino entre prados llegamos al final de esta etapa.






Decidimos dormir en el Albergue de la Xunta. Es algo pequeño y con las literas bastante juntas. Julio pregunta porque a los ciclistas siempre nos dan las de arriba.
- Porque estáis más en forma que la gente mayor que lo hace andando.

Si es por eso, no hay problema.
La zona turística se reduce a una sola calle.

Buscamos un restaurante para cenar chuletón, pero todavía está cerrado. Vamos a la cafetería Polo donde nos ponemos hasta arriba y nos sale muy barato. Se nota que ya estamos en Galicia.
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