martes, mayo 13, 2008

Volvemos a Gran Canaria

En estos días grises, de una primavera que no acaba de traer sol y calor pienso todavía más en las próximas vacaciones en Gran Canaria. Aún quedan tres semanas pero, como dice Tomás, tambien se disfrutan los momentos previos a un gran viaje, a unas siempre merecidas vacaciones.

El pesimismo de la experiencia nos hace pensar que nunca lo pasaremos tan bien como la primera vez que fuimos a Playa del Inglés, con tanto por descubrir, con la inmensa playa, las dunas, aquel calor inimaginable en octubre y las largas y divertidas noches de marcha.

En aquel viaje, Gran Canaria superó en nuestro ranking vacacional a Benidorm, soñamos mil veces con quedarnos allí, con no volver nunca al trabajo, a los atascos de Madrid. Solo pasear, salir, domir cuando nos entrara sueño y comer cuando tuviésemos hambre.

El único horario que teníamos que cumplir era el de los pubs y discotecas, de medianoche al amanecer, todos los días. Para todo lo demás no teníamos prisa ni obligaciones. La hora era lo de menos, el único cálculo era el de los días que nos quedaban.

Aquella vez fuimos doce días y se nos hizo corto, esta vez será uno menos. Pero no tendremos que dar mil vueltas para encontrar algo, ni visitaremos el centro de la isla, ni iremos a las Palmas a tratar de entrar en discotecas de camisa y zapatos. Nos quedamos como dos guiris más, en la "cotel", a 300 metros de la playa y 30 metros de las discotecas o la piscina.

En Gran Canaria, como dos animales de costumbres, cenaremos en el Gaucho, tomaremos la primera en el Hurtigruta y la última en el Chic, pasearemos kilómetros hasta el faro de Maspalomas, hablando de nuestras gilipolleces habituales y de lo bien que se está sin pegar ni palo. Volveremos al Aqualand y a los karts, a sentarnos sobre una duna, a bañarnos en el Atlántico.

Dentro de tres semanas me voy de vacaciones. Porque en agosto, cuando las playas están atestadas de gente, yo estoy tan a gusto en Madrid.

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