miércoles, julio 20, 2005

Otra vez a la peluquería

Desde que decidí cambiar mi look y hacerme la cresta voy a la peluquería una vez al mes.
Mi hermana Susi, que está aprendiendo para ser peluquera tambien se atrevió a cortarme el pelo una vez (y no me lo dejó mal). Pero el resto de las veces voy a la peluquería de mi barrio, a la que íbamos todos los del colegio.Menudo coñazo la tarde que perdías esperando, las coñas cuando salías "¿Te han cortado el pelo o te ha crecido la cabeza?" y los pelos picando por debajo de la camiseta. Tardaba semanas en volver a cortarme el pelo, que crecía hacia arriba ignorando la fuerza de la gravedad y convirtiéndome en el sexto miembro de los Jackson's Five.
De pequeño me cortaban en la peluquería a la que iba mi madre, en un portal de la calle de al lado. Con raya y flequillo. Algún día expondré en mi página aquella cara redonda con gafas de pasta de culo de vaso.
Ya con 17 empecé a raparme, primero en la peluquería y despues en casa, los domingos despues de comer, jodiéndole la siesta a mi padre (de mayor quiero ser tan bueno como él). El caso es que me pasaba la máquina y me dejaba el pelo corto. Tampoco quería más y me salía bastante barato. Mi madre insistía en que parecía un skinhead, pero la diferencia es que los skins tampoco tienen nada por dentro.
Así pasé la mili, dónde había traumas el primer día al perder la melena. El corte de pelo era tan cómodo que estuve durante 7 años sin tener que peinarme.
Muy cómodo pero con el casco apenas me comía una rosca, así que decidí ponerme a la moda. Llevar el pelo como les gustaba a las veinteañeras. Que suerte tener una en casa, encima que curra en una peluquería.
Y así hasta hoy. El problema viene cuando, harto de dejarme medio bote de gomina cada día, decido esquilarme en el sitio habitual. Entonces comienza la partida a cara o cruz, unas veces gano y otras pierdo.
En la peluquería hay un chico y una chica cortando el pelo. El chico tiene cara de bobo y los morros como el cangrejo de la Sirenita. La chica gafitas y buen rollito. El chico corta el pelo como el culo, y las manos, que son como un manojo de pollas, le huelen a tabacazo. A la chica le dices cresta y te hace la cresta, vamos, que sabe cortar y se le da bien.
Vista la papeleta entenderéis que rece cada vez que quiero esquilarme, que si me encuentro a Sebastián solo en el chiringuito me cague en el rey Tritón y en su puta madre. A veces no me queda más remedio que joderme y ponerme en sus manos. Pero siempre tengo la esperanza de que, cuando el pelo me crezca, saldrá cara y me tocará con la chica, que entiende de la tijera.

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