jueves, febrero 23, 2012

De repente

Hoy le dedico mi entrada a alguien que no podrá leerlo nunca.


A esa chica que esta mañana, como todos los días, cogía el autobús en su pueblo para ir al instituto.
Quizá estaba escribiendo un tuit que nunca llegará o comentando una foto en Tuenti del último fin de semana.
Su último finde.
Quizá, de rodillas sobre el asiento, hablaba con su compañera de atrás cuando el autocar tuvo el accidente.
O quizá iba dormida porque había estado viendo hasta tarde la serie que tanto le gustaba.


No tuvo tiempo de decir adios. A sus padres, a su primer novio, a sus compañeros de clase.
No tuvo tiempo de conocer París, ni de acudir al concierto de su grupo favorito.
Ni de poder entrar a esa discoteca que era para mayores de 18.
Nunca acabará una carrera ni verá a sus padres aplaudir orgullosos en su graduación.
No hará nada más porque se fue antes de tiempo.
Mucho antes de que pudiera darse cuenta del regalo que supone tener nuestro instante en la eternidad.


Tenía 16 años. Esta traicionera vida solamente la dejó vivir 16 años.


Se quedó en la adolescencia, la peor edad para morir, sin ninguna duda.


Se fue de repente. Y dejó una lista infinita de sueños sin cumplir.

1 comentario:

Blanca dijo...

Espero que haya disfrutado sus 16 años como nunca. Seguro que ha querido y ha sido querida como ninguna, ha abrazado y ha sido abrazada, ha reído y ha hecho reír, ha llorado y será llorada. Quizá no se ha perdido nada, quizá vivió a tope hasta el último momento de vida. Hemos de pensar así, si no, ¿para qué nos hacen nacer? ¿para morir?. Carpe diem.