jueves, octubre 07, 2021

Torres y, al final, el mar

Era aquella década de los 20 en la que el tiempo no pasaba. 

Entre desamores y noches largas.

Recorriendo kilómetros de asfalto entre molinos y las eternas rectas de la meseta castellana para llegar, de madrugada, a la ciudad de las torres y los neones. 

De lo que nunca fue y nunca pudo haber sido.


Sueño. Sueños. Risas. No se lo que será de mi vida, pero si lo que quiero que sea.

Cuando has estado toda tu vida atado a algo, tus padres, tus estudios, cómo comportarte, cómo vestir... sólo ansías liberarte de todas esas redes que apresan tus alas.

La libertad es mi flecha amarilla, mi destino, pensaba en aquella playa cuando entre sorbo y sorbo escondíamos la botella en la arena.


La libertad es del color azul del cielo que sobrevuelan las gaviotas. Sin nubes.

Del mar tranquilo por el que se desliza silente un velero. Sin espuma.







La bandera de la paz es celeste y turquesa. Nunca blanca.


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