martes, marzo 30, 2010

Mi abuela

A menudo me pregunto como vería mi abuela el mundo que vivimos ahora, casi siete años despues de aquel 21 de julio en que se paró ese corazón que no le cabía en el pecho.

Habría conocido a sus biznietos, los habría cogido entre sus brazos y les habría cantado esas canciones que solo las abuelas saben. Quizá hubiera tenido tiempo para enseñarles algo, para educar a otra generación más.

Y a mí, cualquier tarde de verano que se sentase en mi cama "porque en mi habitación por lo menos corría el aire" me habría dicho:
Hijo, ¿Y no te cansas de ir siempre a Benidor?
¿Y no te cansas de ir siempre a Canarias?
Llama a tu madre, para que no se preocupe.
Más te valdría ahorrar algo y no tanto andar de pingo.
Anda, que para qué querrás tanta botella...
¿Tú no haces nada en el trabajo, no?

Con el paso de los años valoro más cada momento que pasé con ella, cuando repetía una y otra vez aquellos capítulos de su vida que recordaba como si hubieran pasado el día anterior.
Cuando la hacía de rabiar, cuando me reía con ella y ella se reía de mí.
Veo cariño hasta en cuando me daba con la alpargata y cuando, despues de subir de la calle en verano, me duchaba con estropajo.
Y recuerdo cuando, ya en el atardecer de sus días, la encontré llorando una tarde, sola, en el salón. Llorando de orgullo e impotencia por haber perdido la fuerza, por aquella cortina blanca que le cubría los ojos. Ya no podía hacer ganchillo y no reconocía las caras de la tele. Solo la escuchaba.
Mi abuela se hizo vieja creyendo que se hacía inútil, porque ignoraba la enorme falta que nos hacía a todos.

Como pasa el tiempo, agüe, y qué cerca sigues de nosotros.

1 comentario:

Charlotte dijo...

Las personas se van sólo físicamente, pero permanecen toda la vida en nuestro corazón.

Eres afortunado por haber tenido una abuela tan maravillosa. Todos los mayores piensan que son inútiles, si supieran cuanto aprendemos de ellos.

Un besazo.