viernes, enero 12, 2007

Mendigo de tiempo

Con los zapatos roidos de tanto viajar, el traje manchado de polvo, la barba de varios días, ojeras de deberle horas a la cama y la sonrisa lloviendo, como el rimel de una chica que ha pasado mala noche.
El mendigo de tiempo va de un lado a otro y, cuando tiene un rato libre se queda parado sin saber que hacer con él, mirando a ambos lados de la calle como un paleto en Nueva York.
Llevaba toda la semana esperando que llegase el viernes, para poder reunirse con sus amigos, poder contarles que en el trabajo se siente como un gorrión en un desfile, como una piñata a la que le llueven palos por todos lados... pero ese día tambien toca trabajar, y más le vale llevar cosas terminadas el lunes.
Hoy no ha desayunado ni comido, algo muy común en los mendigos, tambien en los de tiempo.
Con un poco de suerte cenará algo aunque la desgana le haga un nudo en el estómago, se echará en la cama agotado hasta que cualquier pesadilla le despierte.
Volverá a soñar con viajar lejos, con olvidar los relojes y los días.
Volverá a soñar con el baile del mar y la melodía del viento silbando entre las montañas.

Y de nuevo el despertador le devolverá a su prisión. Tocará salir a pedir de nuevo a pedir a gritos un respiro, algo de aire en las contaminadas calles de Madrid.

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