lunes, febrero 12, 2007

En coche, a pie, en avión, en taxi y en Barco

No se cuántos leéis esta ventana a mis pensamientos, ni cuántos me habéis echado de menos ésta semana.
Quizá pensárais que si no ligo no tengo nada que escribir, o que me había echado novia y había vuelto a olvidarme de los amigos o que una crisis de inspiración había causado la sequía de entradas.

Hoy vuelvo a escribir, días despues, en cuanto me han dejado, para contaros lo ocurrido desde mi última entrada, aquella que apestaba más a nostalgia que a alcohol, y era más un comentario trasnochado de barra de bar.

Aquel lunes madrugué para coger el primer avión a La Coruña, en la malparada T-4 de Barajas. No me gusta nada esa terminal, y no tiene nada que ver con el atentado de los asesinos independentistas vascos. No entiendo como hay que andar tanto en un aeropuerto, 5 minutos desde el parking al control de seguridad, otros 10 hasta la puerta de embarque... creo que si ando un rato más llego a La Coruña a pie.
El caso es que llegué en avión, con pocas complicaciones y medio dormido. Allí estaba esperando
Francisco, mi taxista oficial de Arteixo, una gran persona.
Llegué a la oficina y al lío. Al rato vino Cris, la segoviana, y ya estaba el equipo al completo. Suena triste pero es cierto. El dúo dinámico del portal, los
Wisin y Yandel de la Meta4, Don Quijote y Sancho Panza, uno loco y otro cuerdo, luchando contra molinos gallegos .

El lunes trabajé de 9 a 4 de la madrugada,
el martes, de 11 a 9 y media de la noche,
el miércoles de 9 a 2 y media de la madrugada,
el jueves, ¡ay el jueves!, de 9 a 6 de la mañana
y el viernes de 11 A 16.30. Si el viernes solo curré 5 horas y media. Lo sé, soy un escaqueado.

"Pongo estos horarios para tirarme el moco y que veáis lo trabajador y lo machote que soy. Es una demostración de como el orgullo y las ganas de hacer bien las cosas pueden llevarte a conseguir lo que te propongas. No hay que perder nunca la esperanza ni las ganas de obtener la merecida recompensa del trabajo terminado"

Eso y que me dan 2 días de vacaciones.

El caso es que a las 19.30 estaba, por fin, de vuelta en Madrid. Con mi ciudad me pasa como con mi país, cuanto más tiempo estoy fuera, más me gusta volver y más valoro lo que tengo.
Y de nuevo volví a echar de menos que no hubiese nadie esperándome en el aeropuerto, gente armando mucho jaleo con un cartel enorme y cutre en el que pusiera: ¡¡¡Bienvenido Alfon!!!
Y yo abrazándolos a todos y diciéndoles lo mucho que se les echa de menos en la soledad del hotel. O una chica callada, sentada en un banco, que me recibiese con un cálido beso.
Bueno, supongo que algún día contrataré a unos actores para tener mi momento de gloria aeroportuaria.

Estuve diez minutos en casa, a mi madre apenas le dio tiempo a echarme la bronca por no haberla llamado en toda la semana cuando ya estaba saliendo por la puerta para irme a Barco de Ávila. Llegamos a las once de la noche para comprobar que allí todo sigue igual. Todo el mundo trabaja mucho, pero sin estrés. No hay agobios ni fechas límite. El único límite allí lo ponen las horas de sueño y la salud.
Vimos a Oscar, David, Tani, Alvaro, Peña y,como no, a Remi, el Dr Scanner, que verificó la ausencia de enfermedades de Rosa y Bea, a las que "veía muy bien"
Nuestra casa rural estaba en Neila de San Miguel, un pequeño pueblo tranquilo, como era Pinilla la primera vez que aparecí por allí.

Uno de los mejores momentos del fin de semana ha sido cuando nos sentamos en un banco de piedra junto a una casa a ver pasar la vida, al tímido sol de febrero que a menudo se ocultaba entre amenazadoras nubes.

El resto del finde lo pasamos en el bar, no es que seamos unos borrachos, que también. Es que estuvimos echando una mano a los primos, atendiendo a los lugareños, poniendo una copa para ellos y otra para mí.
"Si el Barco se mueve, Neila se balancea"

Y tambien vimos a Fran, que cumple 4 años el próximo jueves. El tío habla por los codos... con quien tiene confianza, claro. Porque está más tímido que nunca y tan mimado por todos como siempre.

El domingo nos volvimos con la promesa de no dejar pasar otro año y medio para volver a verles. Y es que, aún así, cuando hablas con los primos de Barco parece como si hubieras estado allí el finde anterior, hablando con Oscar de sus vacas y de sus cosas, comprobando que su gran corazón sigue sin caberle en el pecho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hechaba de menos no saber de ti, menuda semana mas ajetreada has tenido, pero todo esfuerzo tiene su recompensa!

Un besito!

*KityCris*