lunes, marzo 12, 2007

Domingo por la mañana

Me dijiste hola con una sonrisa inmensa y el sabor del último chupito aún en la boca.
Dame dos besos, niña, que a los ángeles de la guarda tambien se nos saluda así.

...Y no hubo mucho más que pudiera decirme antes de caer en mis brazos.
Fue el alcohol, seguro, pero prefiero pensar que aquella noche te emborrachaste para poder abrazarme y probar mis besos.

No volvió a soltar mi mano en toda la noche, ni yendo camino del hotel, ni cuando la eché en el sofá intentando que dejase de tiritar tapándola con una manta.

Acabamos durmiendo juntos y correspondía mis caricias y mis susurros con sus ojos agradecidos. Miradas a media luz con la magia de aquella extraña noche. Y yo preguntándome que pensaría...

Lo se, demasiada ternura para no conocernos de nada.

Y cuando te acompañaba a la estación bajo el amanecer alicantino mirabas al suelo y callabas.

Fue el alcohol, seguro, pero prefiero pensar que aquella noche te emborrachaste para que pudiera abrazarte y probar tus besos.

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